24 de junio de 2011

Sin vacantes~

Yo no tengo una personalidad; yo soy un cocktail, un show de variedades, una manifestación de personalidades.
En mí, la personalidad es una especie de furunculosis anímica en estado de erupción; no pasa media hora sin qe me nazca una nueva personalidad.
Desde qe estoy conmigo misma, es tal la aglomeración de las qe me rodean, qe mi casa parece la replica exacta de la casa blanca. Hay personalidades en todas partes: en el vestíbulo, en el corredor, en la cocina, hasta en el W. C.
Imposible lograr un momento de tregua, de descanso. Imposible saber cuál es la verdadera.
Aunqe me veo forzada a convivir en la promiscuidad más absoluta con todas ellas, no me convenzo de qe me pertenezcan.
Qé clase de contacto pueden tener conmigo, todas estas personalidades inconfesables, qe harían ruborizar hasta al más corazón de piedra entre corazones? Habré de permitir qe se me identifique, por ejemplo, como la niña del pelo de fuego, incapaz de terminar nada, por su dilema, fanatica de globos qe representan felicidad, pero aunque tuviera miles no es inmensamente feliz?
El hecho de qe se hospeden en mi cuerpo es suficiente, sin embargo, son para enfermarse de indignación. Ya qe no puedo ignorar su existencia, qisiera obligarlas a qe se oculten en los lugares más profundos de mi cerebro. Pero son de una petulancia... de un egoísmo... mis personalidades, cuentan con las suyas…
Hasta las personalidades más insignificantes se dan unos aires de grandesa, como cual princesa. Todas, sin ninguna clase de excepción, se consideran con derecho a manifestar un desprecio descomunal por las otras, y naturalmente, hay peleas, conflictos de todo tipo, discusiones qe no terminan nunca. En vez de contemporizar, ya qe tienen que vivir juntas, pues no señor!, cada una pretende imponer su voluntad, sin tomar en cuenta las opiniones y los gustos de las demás. Si alguna tiene una ocurrencia, qe me hace reír a carcajadas, en el acto sale cualquier otra, proponiéndome un paseíto al cementerio. Ni bien aqélla desea qe me acueste con todos los chicos de la ciudad, otra se empeña en demostrarme las ventajas de la abstinencia, y mientras una abusa de la noche y no me deja dormir hasta la madrugada, la otra me despierta con el amanecer y exige qe me levante junto con las gallinas.Mi vida resulta así una infinidad de posibilidades qe no se realizan nunca, una explosión de fuerzas encontradas qe entrechocan y se destruyen mutuamente. El hecho de tomar la menor determinación me causa un sin fin de dificultades, antes de cometer el acto más insignificante necesito poner tantas personalidades de acuerdo, qe prefiero renunciar a cualqier cosa y esperar qe se extenúen discutiendo lo qe han de hacer con mi persona, para tener, al menos, la satisfacción de mandarlas a todas juntas a la mierda.


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